Un mundo ¿feliz?

20 11 2007

 

Me cabreó profundamente ayer leer en El Mundo un artículo sobre el Dr. Kevin Warwick, especialista en robótica e implantes cibernéticos, y la posible comercialización en 2 ó 3 años de microchips localizadores para ser implantados en niños (personas, adultos del futuro).

 

Me encabroné por la forma del artículo, escrito bajo el título de «Kevin Warwick, el fabricante de microchips para localizar a niños secuetrados.»

 

Me encendí al leer que la demanda y el interés de padres por esta tecnología se ha disparado como consecuencia de la desaparición de la famosa Madeleine.

 

Me enfureció el tratamiento que se le daba al «invento», como simple solución para resolver casos de secuestros infantiles.

 

Me tocó los cojones el párrafo del artículo que dice:

 

«No está claro, sin embargo, si el nuevo localizador será un chip subcutáneo como aquél o alguna especie de implante parcial; algo que los críos –o, llegado el caso, sus secuestradores– no puedan tirar, pero que tampoco se convierta en una condena. ‘Si fueras una chica de 16 años, no te gustaría que tus padres dispusieran de esa tecnología’, señala Warwick.»

 

Me encolerizó saber la opinión de este tipo al decir:

 

«La tecnología involucrada no es particularmente cara», comenta, «pero se pagará por el servicio, como ahora ocurre con los móviles«. Por supuesto, se trata de un producto que «nadie quiere tener que usar nunca», pero que muchos desearían adquirir por si sucede lo peor.

 

Y ya me terminó de indignar la conclusión del científico:

 

Lo cual nos lleva a otro de los problemas éticos o sociales que podría originar el nuevo dispositivo de localización. ¿La tecnología estará en manos de la familia, de la Policía, de una empresa? «Ésa es la gran pregunta«, admite Warwick. «Probablemente, se solucionará de distintas formas en diferentes países«.

 

Consideraciones:

 

1) La simple posibilidad de que alguien pueda decidir ponerle a su hijo un chip para localizarlo me produce náuseas.

 

2) Me dan pena esos padres que, ante el Caso Madeleine, y supuestamente para proteger a sus hijos, reaccionan demandando un producto alienante y fascistoide, que equipara a hijos, perros, gatos y coches de lujo en el afán de tenerlos localizados.

 

3) Me parece vomitivo el planteamiento de que se trata de un producto que nadie quiere tener que usar nunca, pero que todo el mundo desearía tener por si sucede lo peor. Así piensan los yankees con respecto a las armas, y así les va.

 

4) Es alucinante que el tipo este se atreva a hablar de costes en los mismos términos que ocurre con los teléfonos móviles.

 

5) Me dan arcadas al ver que el Dr. Warwick, ante la gran pregunta de quién hará uso de esa tecnología (padres, empresas privadas, Estado), conteste con un a mí no me pregunten, que eso es algo que en cada sitio se regulará de una forma (que por supuesto me importa un huevo), pero yo mientras me forro vendiendo el microchip.

 

6) Hablar de tecnología al servicio de la familia, la policía o las empresas privadas me produce escalofríos. Se prescinde directamente del servicio que debe dar al individuo, a la persona, convirtiéndosele en parte misma de esa tecnología sin contar con su voluntad.

 

7) No estoy en absoluto en contra de los avances en materia de robótica, cibernética, genética… pero sí de su uso y venta como producto que satisfaga dudosos intereses desde el punto de vista ético, a costa de la voluntad del individuo (dejo al margen el debate sobre la investigación con células madre, que nada tiene que ver con ésto que ahora comento).

 

8 ) Cada vez entiendo menos a muchos de los padres de ahora (y lo digo sin serlo). Ese afán por la asepsia, por elegir el camino más fácil, por la no educación y el ya me los tienen que educar en la escuela, por darles a niños de 6 años un teléfono móvil, por ser capaces de privarles de la mínima autonomía por el simple puede pasar. Sé que es un debate complejo y largo pero la simple idea de que unos padres sean capaces de castrar a sus hijos por la simple posibilidad de que sean secuestrados me parece abominable.

 

9) A esos padres: Cuando su hijo deje de ser un niño y se convierta en adolescente y después en adulto, ¿qué? Se comenta en el artículo la posibilidad de que esos implantes se puedan quitar con los años. Sin embargo, imagino que para eso será necesario que alguien lo quite y ahí ya entramos en un terreno en el que eliminar ese localizador no depende simplemente de la voluntad del que lo lleva.

 

10) Pienso en Aldous Huxley y me pongo a temblar…

 

bd001brave-new-world-by-aldous-huxley-posters.jpg unmundo.jpg

EDITO (Si no lo añado, reviento): Llamadme lo que queráis, decidme que con esta afirmación voy en contra de la libertad de elección de quienes quieran adquirirlo y blablabla, me da igual. YO PROHIBIRÍA LA COMERCIALIZACIÓN de esos microchips. Tal cual. (No sé por qué leches este párrafo se me queda centrado)