Gracias, Pedro Antonio

26 02 2009

Anoche me llamaron mis padres, advirtiéndome de que me habían mandado algo por internet que me encantaría leer. Abrí el mail y seguí el link enviado. Tengo que volver al blog para contarlo.

Es un artículo de Pedro Antonio Ríos -la imagen en Murcia de Izquierda Unida durante muchísimos años- publicado en La Verdad, en el que, con ocasión del 23-F, recuerda cómo lo vivió allá por 1981. En los párrafos 3º y 4º me da un vuelco el corazón y se me hace un nudo en la garganta. En su 23-F estuvo mi abuelo, del que ya os he hablado en alguna ocasión. ¡Y menuda forma de estar, abuelo!

«Con treinta años y como concejal del Ayuntamiento de Murcia, viví aquel 23-F en la Comisión de Personal, que desde las cinco de la tarde presidía D. Aurelio Serrano, sentado en el vértice de esa larga mesa, más cercano del acceso al salón de Plenos. A su izquierda, el secretario general y los concejales de UCD y a la derecha, Paco Solano, Mari Carmen Lorente y yo mismo. Sobre las seis y media entraron en la sala el Oficial Mayor y Riera, concejal de UCD, con la cara demudada diciendo que unos terroristas disfrazados de guardias civiles habían entrado en el Congreso. Girando la cabeza, tenso, le dije: «dices bien, son terroristas, pero son guardias civiles dando un Golpe de Estado».

Nos propusieron levantar la sesión y D. Aurelio dijo, con firmeza y a la vez con serenidad: «La sesión se levantará cuando se agote el orden del día, estos señores ya me levantaron en el 36, siendo alcalde de Alcázar de San Juan y a mi edad no me van a levantar del Ayuntamiento de Murcia». Sentí admiración y orgullo por su actitud.»

Nadie había comentado ese artículo en la edición digital del periódico. No pude evitar dejar constancia de mi agradecimiento. Os reproduzco el comentario porque, ya en frío, no se me ocurre nada mejor que decirle a Pedro Antonio Ríos que lo que ayer escribí en caliente.

«Gracias por recordar la figura de mi abuelo con esas palabras de firmeza y aplomo.

Gracias por hacerme recordar que no puede pasar un sólo minuto sin que me sienta orgulloso de llevar su sangre.

Gracias por conseguir que a un nieto se le haga un nudo en la garganta acordándose de su abuelo, al tiempo que maldice no tenerle ya a su lado, justo ahora que ese nieto podría ser una persona mínimamente interesante para que aquel abuelo pudiera contarle cómo la Historia pasó por él.

Gracias por traer a mi memoria imágenes de su sonrisa con olor a Brummel.

Gracias, Pedro Antonio.»

Añado: Gracias por contarme un pedacito de la vida de mi abuelo, ahora que no está ya a mi lado para preguntárselo.

Y sobre todo, gracias a ti, abuelo.





Tregua (relato)

9 12 2008

Algunos de vosotros ya sabéis que hace bien poco me han publicado un relato breve. Es la primera vez que me publican algo y no es posible describir la emoción que sentí al tener un ejemplar en mis manos, con mi relato impreso y mi nombre en él.

Se trata de una recopilación que anualmente hace Editorial Club Universitario, a través de la Asociación de Libreros de la provincia de Alicante, con motivo de la Feria del Libro. La idea de esta publicación es fomentar y dar oportunidades a escritores noveles de la provincia, con una selección de relatos brevísimos (3 hojas como máximo), en la que se alternan relatos de escritores más o menos consagrados de Alicante con los de autores inéditos que desean hacer sus pinitos en esto de la literatura.

La edición de este año está compuesta por 104 relatos y se titula «Relatos Urbanos 2008: Un Libro Llamado Deseo» (Alicante, Editorial Club Universitario-E.C.U., ISBN 9788484546696), y está a la venta en las librerías asociadas de la provincia, El Corte Inglés y la Fnac, así como en varias librerías virtuales. Os dejo la portada y el vínculo a la ficha del libro en la web de la editorial.

Como lo que me hace ilusión es que lo leáis y os guste, no os voy a remitir al libro. Os dejo el texto íntegro con el deseo de que os guste y os transmita al menos la mitad de la intensidad que para mí supuso parirlo. Si no es mucho pedir, espero críticas, tan constructivas como destructivas os pida el cuerpo. Sed sinceros.

Ah, en el libro aparece como «La Tregua», que es como lo titulé en primer lugar. Con el paso de los días me gusta más «Tregua». Así de paso evito odiosas comparaciones con el maestro Benedetti, 😉

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TREGUA

Decidí acudir a un psicólogo cuando el suicidio dejó de ser ese romántico y fugaz pensamiento que todos hemos tenido en alguna ocasión, y se convirtió en un recurso cada vez más frecuente de mi mente, anudado a ideas de paz y respuesta.

Como el subconsciente es más práctico que la consciencia y mi lado consciente se pierde en disquisiciones fútiles, para tratar de encontrar qué me falla por dentro opté enseguida por todos los tópicos. Me decanté por un minimalista diván de piel que debe de costar mi sueldo de seis meses, tras el que un argentino que quedara fuera de mi campo de visión me trepanase dialécticamente. Después de un par de meses de terapia a base de preguntas aparentemente poco esclarecedoras, me propuso como tratamiento la hipnosis regresiva. Acepté de inmediato. La expectación de saber a qué parte de mi existencia me llevaría cada viaje me resultaba de lo más inquietante; más aún que la idea del suicidio, lo que ya suponía un pequeño avance.

La primera regresión fue bastante decepcionante para mi subconsciente. Aparecí a la tierna edad de once años, desnudo sobre la alfombra de pelo grueso del salón de casa de mis padres y descubriendo mi sexualidad a base de sentir el contacto de ese tejido contra mi cuerpo. Un recuerdo intenso pero inútil a estas alturas. Tras los prolegómenos técnicos que hacen las veces de billete para el viaje, comienza la segunda sesión una semana después.

No respiro. Me envuelve una líquida oscuridad en la que lo primero que oigo es el frenético latir de mi corazón, tan rápido y fuerte que me noto temblar de arriba a abajo a su compás. Pese a ello, la descomunal sensación de claustrofobia da paso rápidamente a la mayor serenidad que haya experimentado nunca. No tengo la menor idea de dónde estoy y dudo de si no me habré colado en regresión ajena, sin saber exactamente qué es lo ajeno. Toda esa incertidumbre dura apenas unos instantes, hasta que lo oigo. Mi cuerpo vibra como la piel de un tambor al son de mis latidos y sin embargo la oscuridad húmeda que me rodea palpita bajo otro ritmo mucho más pausado. Ambas vibraciones, tan diferentes en su cadencia parecen seguir en cambio un patrón fijo, perfectamente acoplado; igual que dos personas que se tumban carne con carne y el ritmo de sus respiraciones se va ajustando, poco a poco, hasta ser consonantes.

Es el corazón de mi madre.

Sintiéndolo, al tiempo que nado en ese mar amniótico, me invade una calma olvidada y me dejo mecer por la casi ingravidez. Hace demasiado tiempo que los intentos de mi lado consciente por dejar mente y cuerpo en blanco se ven frustrados por el estruendo de mis demonios cotidianos, que sobre todo últimamente no me dan respiro. Y ahora -o mejor dicho entonces- están siendo ahogados momentáneamente por la paz que me brinda este vientre. No puedo desaprovechar esta tregua.

Paladeo el sosiego durante un lapso que soy incapaz de medir y, mientras, caigo en la cuenta de que el goce de esta quietud mental ha hecho que ni siquiera me plantee mi fetal corporeidad. Me muevo constantemente, pero mis movimientos son extremadamente limitados, sin poder siquiera abarcar el espacio que me rodea. A duras penas soy capaz de girar sobre mí mismo en vaivenes aleatorios, y con ellos vuelvo a dejarme llevar por la serenidad.

Mi mente encuentra el blanco y me adormezco bajo la cadencia de los dos latidos.

Y sucede.

Sin previa orden, como si pretendiese involuntariamente explorar territorio ignoto, mi rodilla derecha abandona su flexión y se mueve bruscamente, provocando que la pierna se extienda en una longitud que me parece infinita, hasta que encuentra el límite. El pie golpea con fuerza la pared de la bolsa, se retrae y la rodilla vuelve a contraer la pierna hasta su punto de partida, dejándome exhausto por la hazaña. Con ello, se provoca la sensación más hermosa que he tenido en mi vida: los latidos de mi madre se disparan, acercándose en su cadencia al compás de los míos pero sin llegar a igualarlo. Por un instante se produce el quiebro del ritmo de ambos y comprendo que acabo de dar mi primera patada. Revivo, pues, la primera manifestación directa de mi presencia en el exterior y, desde dentro, siento la emoción provocada. Puedo imaginar perfectamente una o dos manos sobre el vientre, acariciándolo en busca de un nuevo movimiento que no llega ahora, pero que aparecerá a buen seguro. Paciencia, les digo.

Lentamente vuelve la calma. Las palpitaciones recuperan su natural diferencia de frecuencia y se van acoplando tranquilamente en su diversidad, al tiempo que de nuevo me olvido de lo corpóreo. Me dejo mecer y caigo en un profundo duermevela.

Abro los ojos y no sé desde dónde vengo. Ahora se lo preguntaré al argentino, a ver qué ha sucedido. Sea desde donde sea, siento calma; tanta que me asusta. Justo antes de comenzar el viaje, incluso con los ojos cerrados, tenía a uno de los demonios gritándome por dentro y, de momento, no hay ni rastro de él ni de los demás. Tampoco asoma ninguno nuevo, que todo puede pasar. A estas alturas de lo que menos me fío es de mi cabeza. Espera… Creo que uno se acerca. Sí, aquí está. Es el que más ha venido a verme en las últimas semanas pero lo noto cambiado, algo más manso. No parece ni la sombra de lo que era.

El argentino me ayuda a racionalizar a qué parte de mi vida se corresponden las sensaciones que tengo nada más despertar. Tardo en asimilarlo. Alguna vez había oído que esas regresiones tan remotas se habían dado, pero ante ellas siempre me he mostrado tan escéptico como cuando escucho hablar a los que han visto la luz que precede a la muerte y volvieron para contarlo. Sigo extrañamente sosegado. Durante la explicación del psicólogo, los demonios han seguido apareciendo en flashes, aunque más calladitos, como niños bien educados que no quieren interrumpir a los mayores cuando hablan. Siguen aquí y es seguro que tarde o temprano volverán a chillarme. Decido pues que volveré durante una temporada al diván, a ver si el argentino encuentra la tecla adecuada. Mientras tanto, esperaré regresar en uno de los viajes a ese sitio que ha conseguido bajarle el volumen a mis demonios. Aunque vuelvan con refuerzos.

El suicidio sigue, de momento, aparcado.

___________________________

Gracias a la Editorial y a su director, José Antonio López Vizcaíno, por publicarlo. Y todo mi agradecimiento a Sonia Gonzálvez, escritora alicantina y autora del prólogo de esta edición. Sin su inestimable apoyo no me sentiría hoy un poquito escritor.

P.S.: Disculpas por tener tan abandonado el blog. Trato de dedicar el escaso tiempo libre que me deja el curro a M. (eres una santa) y a la novela que tengo empezada.

No sé por qué leches los dos últimos párrafos del relato se me desconfiguran y no aparece la tabulación. Tiquismiquis que es uno.

Más P.S.: Ni que decir tiene que el relato está registrado como parte del libro y, como tal, está protegido por las normas de propiedad intelectual. Cuidadín con el plagio y la reproducción total o parcial, sobre todo sin consentimiento y sin citar autoría y publicación.





«Concanetación» de ONGs

16 11 2008

Gracias a Glen os subo este descojonante vídeo de un Pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife del día 4 de este mes, en el que por parte de la oposición se planteó al equipo de Gobierno la situación de inmuebles cedidos a ONGs. La respuesta de la Concejal de Patrimonio y la justificación a dicha respuesta es de lo más surrealista. Anda que no me he reído. ¡Es tremendo! XDDDDDDDD

Glen, gracias, gracias, gracias.





John Williams is the man

10 11 2008

Gracias, gracias y gracias Nachete.

Gracias por haberme pasado la que va a ser sin duda la vídeo-frikada 2008-09. No os digo nada para que la sorpresa sea mayor. Me limitaré a decir que si os gustan el cine palomitero, las bandas sonoras, la música coral y a capella, y consideráis que el binomio John Williams-Spielberg es insuperable en ese terreno, váis a disfrutar como enanos.

Es para levantarse y aplaudir. Y lo mejor es que hasta está subida la letra (que podéis leer en esta misma entrada bajo el tubo). Menudo figura el tío.


[Close Encounters of the Droid Kind]
You must use the force (repeat ad nauseum)

[Raiders of the Lost Wookiee]
Long time ago, far far away (repeat)

Kiss a wookie, kick a droid
Fly the falcon through an asteroid
Till the princess is annoyed
This is spaceships, it’s monsters, it’s Star Wars, we love it!

Come and help me, Obi Wan
X-wing fighter and a blaster gun
Dance with Ewoks, oh what fun!
This is spaceships, it’s monsters, it’s Star Wars, we love it!

[Super Han]
Get in there you big, furry oaf
I couldn’t care less what you smell
I take orders from only me
Maybe you’d like it back in your cell
Your Highness, your worshipfulness, your highness, your worshipfulness

No one cares if you upset a droid
(nobody cares if you upset a droid)
That’s because droids don’t tear your arms out of socket.
(nobody cares)
I suggest a new strategy: let the Wookie win
That’s because nobody cares if you upset a droid.

[ET the DiscoTerrestrial]
Now we listen to Luke whining:
One more season… One more season… One more season… One more season…

I was gonna go to Tashi Station for power converters
Now I guess I’m going nowhere.
It just isn’t fair.

[Jaws: the Wookiee]
Wooookie (repeat)

Someone move this walking carpet (repeat)

Kiss your brother, Kiss your brother (repeat)

Princess Leia
Well I guess you don’t know anything about women.

Who’s your daddy? (repeat)

[Jurassic Darth]
Luke, I’m your father
(That’s not true!)
It is useless to resist
(My hand!)
Come with me my son, We will rule
(I’ll never join you!)
Search your feelings it is true

So you have a twin sister
Who Obi Wan was wise to hide
(Is that Leia?)
If you will not turn
Then perhaps she will
Give in to your hate
You are mine

Long Long Long Time ago… Far Far Far Far Away

Long Long Long Time Ago, Far Far Far Away (repeat)

Kiss a wookie
Kick a droid
Fly the falcon
Through an asteroid
Till the princess is annoyed
(She’s annoyed!)
This is spaceships, it’s monsters, it’s Star Wars, we love it, it’s true

Episode 3
Coming to you
In 2005

So Let’s go
(go go go to the movies)
Stand in line
(buy buy buy me some popcorn)
Cause it’s al-
(please I’d like extra butter)
most the time
(Join the dark side…)
May the Force be with you all

John Williams is the man!!

TRE-MEN-DO.





Yes, you can (but only if you want)

7 11 2008

En la entrada anterior resalté el lado más hermoso de la victoria de Obama. Hoy me encontrado en el diario Información de Alicante con la cruz de la moneda. Una cruz maravillosamente escrita por Juanjo Millás desde la crudeza de un punto de vista olvidado por muchos pero impresncindible como prisma que nos mantenga con los pies en el suelo.

«Yo estoy en Guantánamo, soy uno de esos esclavos de uniforme naranja a los que las autoridades norteamericanas torturan de forma concienzuda. He conservado la razón de milagro, aunque tengo problemas de orientación espacial y he perdido oído. Ayer mismo, mientras la gente votaba en EE UU, un soldado meaba sobre mi cabeza mientras yo permanecía arrodillado y lleno de cadenas. Las cadenas son simbólicas, puesto que he perdido el 60% de mi masa muscular. Me arrastran ellas a mí, no yo a ellas. Me preguntan por mi opinión sobre la victoria de Obama. Un soldado negro con aficiones periodísticas quiere saber cómo se ve todo eso desde mi jaula. Le pregunto cuántas veces ha hablado Obama de Guantánamo en sus discursos y dice que pocas, y jamás para prometer que acabaría con tal ignominia a las 24 horas de llegar al poder. ¿Qué quieres que te diga?, le digo al soldado negro (y pobre por cierto). Quiero que me digas, dice él, que es un cambio histórico. Pues es un cambio histórico, repito dócilmente, arrancándome una pústula de la cabeza.


Yo estoy en una prisión secreta de los EE UU. Me trajeron aquí en un avión, tras haberme raptado al salir de casa. Ignoro si estoy en África o en Asia. Me han violado siete veces. De vez en cuando entra un militar que hace de hombre bueno y charla conmigo. Me ha contado lo de Obama, dice que es un cambio histórico. ¿Como cuánto de histórico?, le pregunto. Muy histórico, insiste él, un giro de 360 grados. Le digo que los giros de 360 grados dejan las cosas como están, lo que parece reconfortarle. La tortura, añade, es una enfermedad crónica. No se puede eliminar. Mientras el mundo sea mundo, los gobiernos necesitarán personas como yo, y como tú, así que ponte de rodillas, que te voy a mear.


Yo estoy condenado a muerte. Me tienen en un pasillo, a dos metros de la cámara de gas, desde hace siete años. Mi carcelero quiere saber cómo se ve la victoria de Obama desde el lugar que ocupo en el mundo. Le pregunto si Obama está a favor de la pena de muerte y me dice que sí, lo que me sume en el silencio. ¿Pero no te alegras de que sea negro, como tú?, insiste el carcelero.


Yo soy la población civil iraquí, etcétera.»





La sonrisa de la memoria

5 11 2008

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Subidones musicales

24 10 2008

El exceso de curro, así como andar liado con algún proyectillo del que ya os hablaré, me está teniendo alejado de vosotros. Espero volver al ritmo habitual pronto.

Mientras tanto, os cuento que la otra tarde, tras haber dormido más bien poco la noche anterior para acabar una cosilla del trabajo, volvía en coche por la autovía y la modorra empezó a apoderarse de mí. Afortunadamente encadenaron dos temas en la radio que me pusieron las pilas y espabilaron cosa fina.

Una de las canciones es un típico ejemplo de temas que le encantaron a uno hace un huevo, y en los que no vuelves a pensar en mucho tiempo hasta que los escuchas de nuevo, volviéndote a la cabeza las sensaciones que te transmitían entonces. Se trata del I’d Do Anithing For Love (But I Won’t Do That) de Meat Loaf. No puedo evitar que el estribillo me ponga la carne de gallina. Tengo un recuerdo tremendamente vívido del vídeo (dirigido por Michael Bay, por cierto). ¿Os acordáis?

Y la otra fue I Was Born To Love You, de Queen. Se puede decir más alto que se quiere a alguien pero no más claro. Siempre me ha parecido una canción de amor maravillosamente horterica. Me encanta… 😉

Vamos, que el subidón radiofónico del otro día tuvo un componente romanticón importente. Lo que mola ir en coche cantando como un poseso…





F.A.Q.

13 10 2008

Nachete me pasa por mail este vídeo para que lo comparta con todos vosotros. Lo que me he podido reír… 🙂





El disputado voto del Sr. Simpson

3 10 2008

Se ha «filtrado» una escena del episodio de Los Simpson que se emitirá dos días antes de las elecciones presidenciales en los EEUU. Es memorable.

«Maybe, in Ohio». 🙂





Adiós al hombre más envidiado

27 09 2008

De ti podía envidiar y envidié tu sobrenatural belleza. El azul chispeante de esos ojos de marco apaisado; la nariz trazada con escuadra y cartabón; el mentón marcado en su justa prominencia y apuntalado por un atisbo de hoyuelo; la carnosa boca elevada a ambos lados por el arrogante ángulo creciente de la comisura de tus labios; los leves rizos que terminaban de darte la apariencia de un busto romano cincelado veinte siglos después. Podía envidiar y envidié cada uno de esos rasgos tuyos, así como el conjunto que se formaba por ellos.

Sin embargo, más aún he envidiado a la persona que ha vivido dentro de ese casi irreal envoltorio. Por lo que has sido. Por cómo has sido. Por tus cincuenta años al lado de Joanne Woodward. Por todo lo que luchaste en la Fundación de ayuda a drogodependientes que lleva el nombre de tu hijo, al que nadie pudo salvar de la muerte.

También por el enorme actor que fuiste. Los elogios que te corresponden por ello se los dejo a otros, limitándome a decir que compusiste uno de los personajes más maravillosos que jamás hayan existido en una película: ‘Fast’ Eddie Felson.

Hay otra cosa más por la que te he envidiado y que, quizás, sea la mayor de todas. Por mucho que me lo proponga, jamás conseguiré esbozar una sonrisa ni la mitad de cínica y arrogante que las que tú dibujabas casi sin proponértelo, sin esfuerzo alguno.

No hay envidia más sana que la que suspira por aquello que es natural, que está desprovisto de artificio. El inocente y subconsciente anhelo por ser algo que otro es simplemente porque le es consustancial. Esa es la envidia que has despertado siempre en mí. Y créeme, ha sido un placer envidiarte por ello.