Leo en El País que Alaska se ha desnudado para protagonizar una campaña en contra de las corridas de toros, a iniciativa de las asociaciones PETA y AnimaNaturalis. La imagen de dicha campaña, al más puro estilo pulp, ha sido creada por el genial Juan Gatti, creativo y amigo de Pedro Almodóvar, para quien ha realizado los carteles y créditos de buena parte de sus películas (ya hablé de él en este blog en una entrada monográfica sobre los títulos de crédito en el cine).
No solo comparto el fin de la campaña sino que el cartel me parece una preciosidad.
He leído en El País que se va a publicar una monografía interesantísima acerca de la historia de los títulos de crédito en el cine («Uncredited«, Index Books, Antonio Boneu y Gemma Solana), en la que se recopila el trabajo de 496 diseñadores, en unas 1.200 películas, desde El nacimiento de una nación (1915), hasta Se7en (1995).
La pasión por el cine es algo que me ha acompañado desde bien pequeño. Buena parte de mi infancia ha pasado entre partes contratantes, replicantes, halcones malteses, a Dios pongo por testigo, un señor que no era Kaplan y arsénico compasivo. Y una de las cosas que me fascinaban eran los títulos de crédito de algunas películas. Con los años descubrí que muchos de ellos los había creado un mismo tipo, un tal Saul Bass del que yo, por supuesto, no tenía ni puñetera idea.
Como me encantan el cine, el diseño gráfico y la música, no puedo por menos que sentir pasión por la suma de esas tres cosas. Y como consecuencia de tal afición, os dejo una selección de mis opening credits favoritos.
Se7en (David Fincher, 1995). La obra maestra de Kyle Cooper. Una de las mejores (y más inquietantes) de la historia del cine, en mi opinión:
Alien (Ridley Scott, 1979). La oscuridad, el vacío, el silencio que rodean a la tripulación de la Nostromo.
Delicatessen (Marc Caro y Jean Pierre Jeunet, 1991):
Charada (Stanley Donen, 1963). En mi top three particular. ¿Qué ocurre cuando se juntan dos genios como Saul Bass y Henry Mancini? Pues ésto:
Dr. Strangelove (Stanley Kubrick, 1964). Minimalismo obra de otro maestro, Pablo Ferro, sobre una escena «sexual» de altos vuelos.
Y para acabar, los que para mí son los mejores títulos de crédito (en concreto, ending credits, no opening), por su originalidad, por cómo captan la esencia de la película y porque la idea es tan buena que me parece digna de un genio. Por supuesto, hablamos una vez más de Saul Bass y West Side Story (Robert Wise, 1961).
Y hablando de Vértigo, y ahora sí que termino de verdad, una de las cumbres en la obra de Saul Bass: el cartel de la película de Hitchcock (que tenemos enmarcado en el salón de casa).
Mudo desde Blogger una bitácora condenada al fracaso, según todos los expertos. En tiempos en que los analistas aconsejan los blogs especializados para triunfar en la red, vengo yo y me desmarco con uno en el que tocar todos los palos. Si buscas 75 entradas sobre lo mismo, huye. Si quieres leer un poco de todo, sin orden ni concierto, quédate, detén el tiempo y date una vuelta.
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